Contar nuestra historia es volver a recordar, es volver a pasa por el corazón todas las vivencias llenas de emociones. Contar nuestra historia es ir al baúl de los recuerdos, es ir a un espacio - tiempo con una vibración que solamente se puede sentir cuando se vive. Es ir a revisar cajas, desempolvar papelógrafos, fotos, cartas, invitaciones hechas a mano y enviadas por correo postal y recibidas en estafetas, memorias escritas con máquinas de escribir, otras hechas a mano…Es volver a emocionarnos y revivir el proceso de este movimiento que se atrevió a soñar que otra salud y otro mundo es posible.
Recorrer nuestra historia desde el inicio de esta experiencia, inimaginada allá en el 1990, nos permite sentirnos y ser parte del camino, poder contemplar las huellas, las vivencias que va dejando la caminata y disfrutar agradecidos de la magia y del asombro de ser parte de la construcción de este nuevo paradigma donde el centro es la VIDA:
Al contar la historia, descubrimos cinco momentos:
I Encuentro
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Se realiza en 1990 en Posadas - Misiones, bajo el lema “¿Para qué nos juntamos?” los días del 23 al 25 de noviembre del mismo año, donde se reúnen veinticinco hermanas, pertenecientes a CRIMPO (Comunidades religiosas insertas en medios populares) para discutir sobre el sistema de salud y sus propias experiencias de trabajo en relación a la salud. Van definiendo “líneas de acción” entre las que surge la necesidad de espacios de encuentros todos los años.
Los objetivos de este encuentro fueron:
Los principales ejes temáticos abordados fueron: La Realidad de la Salud en el país y en el NEA. Sistema de Salud. Experiencias en actividades relacionadas con Salud.
En este primer encuentro se trabaja con la metodología del Ver - Juzgar – Actuar- Revisar – Celebrar.
Luego de ver la realidad, se concluye que la salud, en definitiva la vida está en terapia intensiva. El pueblo pobre inmerso en el círculo vicioso de la pobreza, muchas familias, con necesidades básicas insatisfechas, sin recursos para salir de este círculo. Pobreza que genera hambre, la pobreza y el hambre que generan enfermedad.
Por otro lado, el sistema de salud, centrado en la enfermedad, ajeno a las necesidades de las personas y las comunidades, sin respuestas. La enfermedad se transformaba en la propia causa y consecuencia de la pobreza y el hambre.
El juzgar, reconoce al “dios mercado”, como la causa principal de esa realidad, al sistema de salud como una de las herramientas del mercado para el justificar el sacrificio del pueblo. Esto se visualiza claramente en la relación médico - paciente.
El primero que detenta la idea de un saber absoluto, omnipotente, con alto nivel de discriminación, utilizando un lenguaje que no es comprensible en la atención cotidiana, sin mostrar alternativas al sistema hegemónico.
Por otro lado, el paciente con su saber propio, se ubica en esta relación desde un lugar de sumisión ante el cual queda indefenso frente a las decisiones que debe tomar para su propio bienestar.
En medio de esta relación asimétrica, se encuentra el promotor de salud, quien podría mediar para que no se trate de una relación de dominación de uno sobre otro, sino que se establezca un común acuerdo para la atención de la salud.
Actuar, a partir de la realidad, con una tensión entre un sistema de muerte y la utopía de alcanzar un nivel de vida saludable para toda la población.
En este sentido, se reconocen que existen dos caminos a transitar: la denuncia de todo lo que oprime al pueblo - misión profética- y por otro lado el anuncio del Dios de la vida, a través de transfigurar lo ordinario, revitalizar lo masacrado y reconciliar lo discriminado -mística cristiana-
A partir de esto, se analiza la necesidad de articular inter-sectorialmente diócesis, provincias, otros sectores, región, país, de manera de trabajar mancomunadamente.
Se plantean como propuestas: